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Chuli Liana Rosa 

Si te gusta el rosa, los gatitos, el anime y las naves espaciales, seremos tu escritor favorito :) 

Manchas se Perdió

Manchas es una gatita que le gusta perseguir mariposas, un día se aleja de su casa perseguida por una jauría...

Había una vez una gatita que se llamaba Manchas. Era blanca con manchas negras y tenía unos ojos verdes muy bonitos. Vivía feliz con su dueño en una casa cerca del parque. Un día, Manchas estaba jugando afuera de su casa. Le gustaba perseguir mariposas, saltar sobre las flores y trepar a los árboles. Sin querer, se extravió. Se alejó tanto que no supo cómo volver. De pronto, unos perros la vieron y la asustaron. Eran grandes, peludos y ladraban muy fuerte, uno de ellos era rojo, el otro negro y el útlimo de color café. Manchas salió corriendo lo más rápido que pudo. Los perros la persiguieron sin parar. Manchas buscó un lugar donde esconderse. Vio un árbol alto y frondoso y se subió a él. Se trepó hasta la rama más alta y se quedó ahí temblando. Uno de los perros, el de color rojo, se quedó atrás causando un accidente de transito. Los otros dos perros llegaron hasta el pie del árbol y empezaron a saltar y a gruñir. Querían atrapar a Manchas, pero no podían alcanzarla. ¡Váyanse! -les gritó Manchas-. ¡Déjenme en paz! Pero los perros no le hicieron caso. Siguieron ladrando y saltando durante un rato. Manchas estaba muy asustada. No sabía qué hacer ni cómo bajar del árbol. Tampoco sabía dónde estaba ni cómo regresar a su casa. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que había corrido mucho. Estaba muy lejos de su hogar. No reconocía nada de lo que veía. Se sintió muy sola y triste. Empezó a maullar con fuerza, esperando que alguien la escuchara. ¡Miau! ¡Miau! -decía-. ¡Ayúdenme! ¡Quiero volver a mi casa! Pero nadie la escuchaba. Todos estaban ocupados con sus cosas y no se fijaban en ella. Pasaron las horas y los perros se cansaron de esperar. Se fueron a buscar al perro rojo, traron de encontrarlo pero él ya no estaba. Sólo se escuchaba una ambulancia a lo lejos. Manchas se quedó sola en el árbol. Tenía hambre, sed y frío. Se acurrucó en la rama y cerró los ojos. Ojalá alguien me encuentre -pensó. Entonces, un niño iba pasando por ahí. Se llamaba Pedro y le gustaban mucho los animales. Escuchó el maullido de Manchas y se detuvo. ¿Qué es ese ruido? -se preguntó. Miró hacia arriba y vio a la gatita. Estaba muy sucia, lastimada y asustada. ¡Pobrecita! -exclamó Pedro-. ¿Qué haces ahí arriba? ¿Cómo te llamas? Manchas lo miró con esperanza. Vio que era un niño bueno y amable. Le contestó con otro maullido. ¡Miau! ¡Miau! -dijo-. Me llamo Manchas y estoy perdida. Por favor, sácame de aquí. Pedro se compadeció de ella. Decidió ayudarla a bajar del árbol. No te preocupes, Manchas -le dijo-. Yo te voy a rescatar. Se trepó al árbol con cuidado. Le puso su hombro a Manchas para que subiera. La gatita se aferró a él y se sintió más segura. Pedro bajó del árbol con Manchas en su hombro. La acarició y le sonrió. Ya estás a salvo, Manchas -le dijo-. Eres una gatita muy bonita y valiente. ¿De dónde eres? ¿Dónde está tu casa? Manchas le agradeció con un ronroneo. Le contó que se había perdido al jugar afuera de su casa. Le dijo que vivía cerca del parque, con su dueño. Pedro se sorprendió. Él también vivía cerca del parque. Tal vez conocía al dueño de Manchas. Vamos a buscar tu casa, Manchas -le dijo-. Tal vez sea una de mis vecinas. Pedro y Manchas caminaron por la calle, buscando la casa de la gatita. Manchas iba mirando todo con atención, tratando de reconocer algo familiar. De repente, vio una casa que le pareció conocida. Era de color azul, con un jardín lleno de flores y un letrero que decía “Bienvenidos”. ¡Esa es mi casa! -exclamó Manchas-. ¡Ahí vive mi dueño! Corrió hacia la puerta y maulló con fuerza. ¡Miau! ¡Miau! -dijo-. ¡He vuelto! ¡Abran la puerta! El dueño de la casa oyó el maullido de Manchas y se asomó por la ventana. Era un señor mayor, muy simpático y cariñoso. Se llamaba Don José y era el abuelo de Pedro. ¡Manchas! -gritó Don José-. ¡Qué alegría verte! ¿Dónde estabas? Te he buscado por todas partes. Don José abrió la puerta y salió a recibir a su gatita. La abrazó y le dio un beso en la cabeza. Te quiero mucho, Manchas -le dijo-. Eres mi mejor compañía. No te vuelvas a perder. Manchas se sintió muy feliz de ver a su dueño. Le lamió la cara y le ronroneó al oído. Yo también te quiero mucho, Don José -le dijo-. Perdón por haberte preocupado. No volveré a alejarme de ti. Pedro se acercó a la casa y vio la escena. Reconoció a su abuelo y se alegró mucho. ¡Abuelo! -exclamó Pedro-. ¿Qué haces aquí? ¿Eres el dueño de Manchas? Don José se sorprendió al ver a su nieto. Le sonrió y lo invitó a entrar. Sí, Pedro -le dijo-. Soy el dueño de Manchas. Ella es mi gatita desde hace mucho tiempo. ¿Cómo la encontraste? Pedro le contó todo lo que había pasado. Le dijo que había visto a Manchas en un árbol, que la había bajado y que la había ayudado a buscar su casa. Don José lo felicitó por su buena acción. Le dio las gracias por haber salvado a su gatita. Eres un niño muy bueno y valiente -le dijo Don José-. Has hecho una gran obra al traerme a Manchas. Te lo agradezco mucho. Pedro se sintió muy orgulloso de sí mismo. Había hecho una buena acción y había encontrado a su abuelo. De nada, abuelo -le dijo Pedro-. Me alegro de haberte encontrado. Te he extrañado mucho. Don José lo abrazó y lo invitó a pasar a su casa. Le ofreció un vaso de leche y unas galletas. Ven, Pedro -le dijo Don José-. Pasemos un rato juntos. Te contaré algunas historias de cuando yo era joven. Pedro aceptó con gusto. Entró a la casa con su abuelo y con Manchas. Se sentaron en el sofá y empezaron a conversar. Manchas se acurrucó entre ellos y se quedó dormida. Estaba muy feliz de haber vuelto a su casa y de haber conocido a Pedro. Pedro y Don José también estaban muy felices de haberse reencontrado y de haber compartido un momento especial. Así termina la historia de Manchas, la gatita que se perdió y que encontró el camino de regreso a su hogar y a su familia. FIN

La Nave Espacial

En una lugar del espacio una Nave Espacial busca solucionar el problema que aqueja a su planeta, la respuesta está más cerca de lo que creen...

En el espacio había una nave que viajaba entre planetas buscando alguna solución para el problema que se presentó en la tierra. Resulta que un día un fuerte temblor hizo que todo cambiara, en la tierra desaparecieron todas las colinas. Todo se convirtió en un lugar plano, sin diversión, sin alegría. La nave viajó a muchos planetas, preguntan, sin encontrar respuestas. Uno de sus tripulantes siempre visitaba las bibliotecas, leía mucho esperando encontrar una solución a sus problemas. Un día, él leyó un libro y le gustó tanto que decidió que leería para divertirse y aprender más. Así pasaron muchos años. Al llegar su cumpleaños número 31 le dieron un regalo, lo destapó y lo primero que vio fue un perrito espacial, fue muy feliz, juntos eran los seres más alegres de todo el universo. Él se dio cuenta que, para solucionar el problema de vivir en un mundo plano, lo único que podían hacer era divertirse, reír, y pasarla muy bien. Después de viajar por muchos planetas, conocer mucha gente, leer tantos libros, el planeta que ya no tenía colinas ahora estaba lleno de montañas. Él y su perrito fueron felices para siempre. FIN

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