Soñemos con
Ovejas Eléctricas
Experiencias Narrativas Digitales Multimedia Cocreadas por Niños y Niñas.
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Pedro García González
Léenos y encontrarás un mundo de fantasía, donde la amistad y el amor prevalecen sobre las adversidades...
La Princesa de Fuego
Una princesa fuerte y poderosa, cansada de las cosas materiales decide que lo único que quiere es algo que va más allá...
Había una vez una princesa que se llamaba Lira. Era increíblemente rica, bella y sabia. Vivía en un castillo rodeado de fuego, que solo se podía atravesar con una llave mágica. Ella gustaba de caminar en el bosque, allí se encontraba con animales a quienes aconsejaba: un perro llamado Bruno que estaba perdido, un león que se sentía mal, una gatita negra con manchas blancas, y muchos muchos otros animales. Ella vivía bien, pero sentía la presión del casamiento. Lira estaba cansada de los pretendientes falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas. No le interesaba ninguno de ellos, pues solo la querían por su dinero y no por su corazón. Un día, Lira hizo publicar que se casaría con quien le llevara el regalo más valioso. No se refería a algo material, sino a algo que demostrara amor verdadero. Muchos príncipes y caballeros se presentaron al desafío. Le llevaron joyas, flores, animales exóticos y otras cosas raras. Pero Lira no quedó satisfecha con ninguno de esos regalos. Estos regalos no son valiosos para mí -decía Lira-. Son cosas que cualquiera puede comprar o robar. No me dicen nada sobre ti ni sobre tus sentimientos. Los pretendientes se iban decepcionados y enojados. Decían que Lira era una princesa caprichosa e ingrata. No hay regalo que le guste a esta princesa -decían-. Es imposible complacerla. Solo uno de los pretendientes no se dio por vencido. Se llamaba Leo y era un joven humilde y valiente. Estaba enamorado de Lira desde hacía mucho tiempo, pero no se atrevía a confesarle su amor. Leo pensó en qué regalo podría llevarle a Lira. Quería darle algo que fuera único y especial, algo que le demostrara su amor verdadero. Se le ocurrió una idea. Recordó que Lira amaba las estrellas y que siempre soñaba con tocarlas. Ya sé qué regalo le voy a llevar a Lira -se dijo Leo-. Le voy a traer una estrella del cielo. Leo se preparó para su aventura. Se puso una capa, un sombrero y una mochila. En la mochila guardó una cuerda, un gancho y una botella vacía. Salió de su casa y caminó hacia el castillo de Lira. Llegó al muro de fuego y sacó la llave mágica que le había dado Lira hace tiempo, cuando eran amigos. Lira, soy yo, Leo -dijo-. Vengo a traerte un regalo. Lira reconoció la voz de Leo y se alegró. Le abrió la puerta y lo invitó a pasar. Hola, Leo -dijo Lira-. Me alegra verte. ¿Qué regalo me traes? Leo le sonrió y le dijo: Te traigo una estrella del cielo. Lira se sorprendió y se emocionó. No podía creer lo que escuchaba. ¿Una estrella del cielo? -repitió Lira-. ¿Cómo es posible? Leo le explicó su plan. Le dijo que iba a subir al tejado del castillo, que iba a lanzar la cuerda con el gancho al cielo y que iba a atrapar una estrella con la botella. Es muy peligroso, Leo -dijo Lira-. Podrías caerte o quemarte. Leo le dijo que no le importaba el peligro. Que lo hacía por amor a ella. Te quiero mucho, Lira -le dijo Leo-. Eres la princesa de mi corazón. Quiero darte lo que más deseas. Lira se conmovió con las palabras de Leo. Se dio cuenta de que él era el único que la quería de verdad. Yo también te quiero, Leo -le dijo Lira-. Eres el príncipe de mi vida. No necesitas darme nada más que tu amor. Leo y Lira se abrazaron y se besaron. Se miraron a los ojos y se dijeron que se casarían. Eres el regalo más valioso que he recibido -dijo Lira-. Gracias por tu amor, Leo. Tú eres el regalo más valioso que he dado -dijo Leo-. Gracias por tu amor, Lira. Así termina la historia de la princesa de fuego y el joven humilde que le trajo una estrella del cielo. FIN
Los Dos Gatitos
En una lugar del espacio una Nave Espacial busca solucionar el problema que aqueja a su planeta, la respuesta está más cerca de lo que creen...
Había una vez un gato llamado Pink que era de color morado, le gustaba salir a jugar al parque y corretear por el campo. Cuando su dueño Carlos dejaba la ventana abierta, ella salía corriendo para vivir muchas aventuras. Un día vio una gata y él le dijo: cómo te llamas - me llamo Lucía- respondió ella - salía a invitarte a mi fiesta de cumpleaños. Pink quedó algo sorprendido, pero reconoció que Lucia era una gatita de buenos sentimientos. En la fiesta jugaron, vieron películas, comieron y se divirtieron muchísimo. Se dieron cuenta que la habían pasado muy bien y no querían separarse. Cuando la fiesta se terminó, Pink le dijo adiós a Lucía y le dio un abrazo. Él se fue sólo a su casa a dormir con Carlos, y Lucía con su familia. Lucia era una gatita verde que no tenía dueños, vivía con su papá que se llamaba Luis y con su mamá que se llamaba María. Lucía quedó triste y se acostó a dormir, pero extrañaba tanto a su nuevo amigo que se quedó dormida soñando con Pink. Al otro día, Pink y Lucia salieron a jugar al parque. Pink ya no viviría sus aventuras solo, ahora tenía una amiga que era inseparable.
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